Serie: La mirada del cuervo
La Mirada del Cuervo I
Tus ojos podrán buscar los míos.
Eres el único al que no quemaré los puentes
hacia la sombra donde me guardaré.
Tu mirada será mi refugio,
su verde sostiene mis ruinas,
y tú, el único capaz de sostenerme.
Entonces, aunque sea por un segundo,
sentiré la luz del día:
ojos esmeralda, fuego y oro.
La Mirada del Cuervo II
Ahora mis ojos arden con tus colores de
amanecer y aurora boreal.
Mira el color de mis ojos,
que una vez te pertenecieron.
He tomado el color de tus ojos,
como el lúgubre cuervo de la muerte que soy.
¿O acaso fue esto obra de Dios?
Al cuervo que cuidaba la vida
le cambié la mirada por hojas secas.
Y cuando me sostiene,
me pierdo y me reencuentro,
me derrumbo y renazco…
Nuestros puentes no llevan a ningún lugar conocido en este mundo,
son ciudades de oro, jade y barro .
La mirada del cuervo III
Vuelan a través del cielo diáfano y celeste
dos cuervos:
uno compone canciones y el otro poemas,
uno contempla la luz del día,
el otro la penumbra de la noche;
uno contempla la vida,
el otro la mirada de la muerte.
La mirada del cuervo IV
Ojalá la vida quiera,
la vida tan egoísta,
la vida miserablemente bondadosa,
por una vez así lo quiera,
y me pague todas las profecías, condenas y cuentas pendientes.
Ojalá que todas mis futuras catástrofes lleven otros nombres y nunca te toquen.
Ojalá no tenga que mirarte desde la noche
donde habitan los poetas y el amor incondicional
de las pequeñas descendientes del colmillo blanco…
Ojalá que, por una vez,
ese hilo invisible, dorado y esmeralda
que me sostiene de tu mirada de cuervo
permanezca en la luz del amanecer.
Y que la vida me sostenga allí un par de años,
y que tú me regales un poquito más de tu dorado.
Que sea la vida quien me arrastre primero
hacia la luz mítica
que habita tras la mirada de la muerte.
Pero sobre todo,
que tu mirada no me pierda en tu olvido ni en tu lejanía.
Que tu mirada quiera encontrarme,
que tu mirada quiera, de vida, iluminarme
que tu mirada proteja a este bello cuervo de aquella bestia,
de la vida egoísta y miserablemente bondadosa.
Autora: Bello Cuervo
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