Sombra de México
No es noviembre mas la muerte
nos respira en la cara, frente a frente, sin amables intenciones; tal vez, así
al fin despertemos; tal vez, así despierta la presidenta y enfrenta la sombra
de suplicio que oprime el corazón inmortal de las madres buscadoras. Tal vez, así
puedan llegar ellas también.
Monstruos de los que mamá no
puede salvarme, aunque duerma junto a mí como cuando era niña, sus trampas
escondidas hasta en la sombra del viento.
Yo rezo para no tener su tormento
en mis zapatos o probar su comida sin sabor, mas no quiero ser indiferente, el
frío que emana del alma de los políticos me quema hasta las uñas.
Víctor, crece de mí, un jardín
de espinas que de su punta se forman lirios podridos con mi sangre al pensar
que un día viera tu cámara entre astillas de huesos y que la tierra seca de
vida sea única testigo de tu perecer, sin volver a mirar tus ojos miel.
Marco, no conocería de nuevo la calma
del mar al imaginar tu mochila de natación en un horno clandestino, sin
escuchar tus llaves al llegar a casa y que lo único que te haría regresar fuera
humo y velas, entonces se me perdería tu risa en algún monte sin huella
humana.
Amigo no quiero ver una
fotografía tuya indicando señas particulares, tatuajes, tu gorra, colores de tu
última ropa, un relicario, un libro o una obra de arte con una fecha que
arrastra un eco de vidrios rotos, no quiero verlos convertidos en fantasmas perdidos
en algún llano sin nombre de Jalisco, Tamaulipas, Sonora...
¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO!
¿Dónde está el México de mi
infancia?
que la sombra de este dolor de
México no los alcance, no te alcance, no me alcance…
Sería también sentencia de
muerte en vida, la más cruel de las muertes, perder a mis tíos y a mis amigos.
Autora: Krizia Tovar Hernández
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