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El vestido de mi cumpleaños

  Milenario escritor de algún paraíso celestial, piadoso a mi alma quijotesca dirigió tus pasos a mi ciudad de cuervos, mientras versos de una poeta de Pensilvania pintaba en mi techo lavanda fantasías del segundo infierno.   Tus vientos agitados arrasando el puerto de mis oídos, el azúcar de tu lengua en mi pezón y mis dedos entre tu pelo, escribiendo “mía” en mi muslo revueltos en nuestro pecado.   Esperabas atrás de la puerta común, con tu camisa de cuadros rojos la tarde del 29 de septiembre, escogí ese vestido negro   y ningún otro solo para ti.   El vestido me preguntaba si lo mirabas, no encontré algún sol plateado por tus pupilas doradas, te lo escondiste bien en sombras de una luna de octubre.   Me quitabas otros vestidos, sin imaginarlo tú esperabas por aquel de color negro del 29 de septiembre, donde se acurrucaban entre su suave tela tus placeres y también mis heridas abiertas.   Aclamé altas notas de poesía

21:27 (versión 2) Mirando al cuervo, regresa y ven por mí

  Álgido hogar de suicidas, estación de un milenario tren, ¿Qué dirías si he visto a tu cuervo aquí? posado sobre un roto busto de Palas.   Son las 21;15, rememoro el estío apocalíptico y a sus caballos salvajes corriendo por jardines de tu recuerdo, recuerdo a Leonor y a ti, a ti cuando tenías 21, amado poeta torturado.   ¿Qué latía en tu pecho sentado aquí donde ahora estoy yo? Esperando el mismo vagón, a la misma hora. mirando al cuervo regresa y ven por mí.   Un lustro ya, cargo 27 malvas, aguardo ya, las 21:27.   ¿Qué pensarías de tu cuervo? También aguarda las 21:27. fatigado y enfermo de tristeza, ¿Regresarías por él si te llora?   Son las 21:25, rezo por no cruzar el minuto 28, el agua bendita me sabe a pastillas, veneno y beso de pólvora.   El tren está por llegar, mirando al cuervo regresa y ven por nosotros, tengo 27 años, 27 malvas, ya cumplí mi condena, probablemente no leerá mi despedida

Poeta jugando ajedrez

  Juego falsas alianzas en una guerra en el desierto, no busco amistades creen en mi pacto de sangre de luna, mientras muevo peones, un arco me cuida las espaldas, sé que ellos esconden cuchillos y diccionarios…   Amigo de una poeta torturada, el hombre que más he querido, soldados siguen buscándonos definiciones, creyéndose académicos, no escucharé una pregunta más, una doble moral, una queja más, sus burlas y sonrisas hipócritas…   No les gritaré que mi musa eres, nuestros juegos de inteligencia nuestras caricias bajo la ropa, sus ojos me pisan sofocantes respiraciones, a veces deduzco que son envidia.   Ningún hombre me habla el idioma de los lirios cómo tú, ni siquiera mi padre perdido, yo apunto flechas de versos afilados que vuelan a matar.   No saben razonar con una loca como yo, me quieren internar al manicomio azul, es que nadie me lee cómo tú, nadie abraza cómo tú, en el patio de la escuela a la peq

Rueda de la fortuna

  Subimos al séptimo cielo, bajamos al noveno infierno resucitamos el tercer miércoles de abril, en la rueda de la fortuna.   S… ¿Recuerdas el pasado abril cuando este medio infinito comenzó? No somos quienes se columpiaron por primera vez sobre esta rueda de la fortuna, nuestra serpiente mordió su cola a pesar de ambos, nacimos en un gris abril y resurgimos en la nieve de uno recién nacido.   El pecado más preciado de tu sombra, tú y yo podemos regresar a abril justo para tocar el cielo más alto de Dios con nuestra rueda de la fortuna, nuestra fortuna, pintura impresionista de amantes, ¿cuál es el mayor precio? Yo lo pagaría junto a ti, ¿y tú?   Justo mirando este divino horizonte, sé que una dama no ruega ¿mas me regalarías tu sol plateado? No me abandones tampoco, ni a mí ni a mi pequeña niña, tú eres el único que sabe tejerle paraguas mientras llueve con dulces palabras.   No me permitas marcharme aunque deba

Lirios y narcisos

  Versos torturados y enredados entre tallos de narcisos, cruel musa, mi más triste historia, solía ser el jardín más grande de esta ciudad de cuervos.   Su impío veneno ahogó hasta el último de mis ecos, ¡crueles narcisos! Aroma de su violento recuerdo aún penetra mi lágrima cuando cometo un desliz.   He manchado mi cama de sangre de luna, no me rasgarás más mis vestidos negros con esa sed de hombre, sed de mi sed, seguro me repudias y te huelo a muerte.   Mas de tu mano de nieve brotan tres lirios, ¿qué clase de blanco puro es? Les escribo mariposas de versos, posadas sobre tu polen contentas y vivas…   ¡Un dulce caballero planta un jardín más grande! De bellos lirios que mecen entre pétalos blancos pesadillas mías.   ¡Eres un caballero! Tu beso prohibido germina como diente de león en mi desconsolado corazón de cuervo.   Crueles y envidiosos narcisos, su veneno me incita a embriagarme con él, f