Las miradas del cuervo (continuaciones)

 La mirada del cuervo V 


Desaparecí en las iris de un cuervo,

donde su magia se enreda como bosque ancestral.

Cuando me mira, raíces de mi alma se transforman desde dentro,

y yo contemplo, desde un balcón dorado,

una nueva ciudad apenas esbozada para mí.


Desaparecí en las iris de un cuervo,

allí hallé a un joven con una guitarra de ébano,

se viste con prendas de luz diurna,

sentado en un prado bajo la lluvia susurrante.


Pero mi tristeza siempre aguarda

el hormigueo de una pesadilla acechante.


Solo quiero protegerlo,

como su mundo verde y dorado,

me protege a mí

y me concede la última esperanza.




La mirada del cuervo VI


¡Silencio!

Es el silencio del bosque

 que me contempla  por un segundo.

recibiéndome como a una amiga.


El susurro de sus hojas de jade 

es apenas una palabra,

insensata y casi cruel como la de una madre.


Y su dorado tenue

ilumina callado,

como el día sigiloso que se asoma sin ser visto.

Su dorado tenue que es apenas un eco

de la risa liquida del tiempo.


Su mirada me hace bailar,

trazar una poesía sin versos ni lectores,

un poema que solo los cuervos saben leer...

de aquella que solo aparece

una vez en los labios de la vida.



La mirada del cuervo VII


Al norte de los caminos traicioneros del bosque,

donde un rastro de  hilos de color granate se  enreda,

se alzan una puerta dorada y otra verde:

la mirada de un cuervo.


Llevan cerraduras

y sé que el cuervo

apenas entrega

sus secretos.


Su hermano guarda las llaves;

sé que allí tal vez reposen lágrimas

escondidas detrás de una canción,

la inocencia de un niño

y sus poemas sin terminar.



La mirada del Cuervo VIII

Tus ojos son un bosque

donde destellos dorados danzan 

entre sus ramas,

un verde perpetuo que se abre paso

sobre cenizas de mi Ciudad de Cuervos.


Y cada hoja viva guardará en su memoria

todos mis regresos.

Más allá de su espesura se oculta un oro celestial,

como si el día hubiera jurado

anidar en tus iris.


Y cuando me sostienes la mirada

y yo permanezco allí, sin escapar,

el bosque y el sol se confunden,

se desgarran en auroras boreales,

de las que mi cuervo

jamás podrá olvidar.




Autora: Bello Cuervo













Autora: Bello Cuervo

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