Tu mirada

 Supongo que nuestros miedos de la infancia continúan protegiéndonos a lo largo de la vida. 

Imagina la oscuridad eterna.

 Sigo siendo cobarde para sumergime en ella por voluntad. Aunque mi voluntad lo sueñe. 

Perdóname por las veces en que esa voz, agazapada en la penumbra, sale a luz susurrarme que no soy suficiente, que no me quieres tanto como yo te siento.

He caído en sus enredaderas, y no entiendo por qué aparece justo cuando tú estás aquí. Supongo que te caza como un atrapasueños.

Perdóname.

Perdóname por esas bromas que embellecen la oscuridad; sé que a ti también te da miedo.

No lo haré de nuevo, porque aunque siempre busco más señales, más sonidos, más sacudidas, tú usaste el ruido del silencio.

No fueron palabras, sino miradas.


Y esa mirada bastó, un viernes de agosto.

Bastó para que mi voluntad cambiara de intenciones y de dirección.

Para que, por fin, se atreviera a mirar la luz del día.


Perdóname…


A

Autora : Bello Cuervo

Comentarios

Entradas más populares de este blog

De Argos a Luka (El amor debería ganarle al dolor)

Los niños perdidos

Mauvaises interprétations