El ángel de un bello cuervo


Me place esquivar las miradas hacia sombras de frío infinito,

observar el mundo con arrogancia y desdén.

A mis ojos de cuervo

nadie debería atreverse a buscar.


Viví dos décadas sumida en catástrofes,

dormida bajo su profecía

como si la ternura doliera.


Pero de tus ojos...

ojos esmeralda, fuego y oro,

me columpio sin miedo.


Tú me miras,

con esa hondura que rasga el sin sentido.

Tu dorado abrazó mi azul herido;

con su canto descubriste

la noche lluviosa que me habita,

y la luz temblorosa donde oculto mi voz.


Eres el sosiego soñado,

maestro de vuelos reanimados,

ángel de un bello cuervo

tras mis guerras,

la luz que nunca me atreví a buscar,

la que ahora reconozco

como el comienzo de un día.



Autora : Bello Cuervo

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