Asesino de un cuervo


El punto de fuga

no lleva a ninguna parte.

Allí aguardan

los ojos negros

del asesino.


Colillas junto a la tina.

Olor a humedad sin voz.

Siempre vuelvo.

Nunca del todo.


Serpiente que muerde su cola.

Despierto para morir

cien veces más.


El fuego cree herirme.

Es lluvia

sobre un palacio vacío.


¿Cómo no temblar

ante la marea fría?


Desde los dieciséis

mi impulso de desaparecer

lleva tu firma.


Mataste mis rosas plateadas.

Guardaste sus restos

en tu boca.


Mientras la bóveda celeste

gotea luz rota,

mi sombra canta

bajo la soledad.


Seguí el rastro

de mis muertes.

Todas llevan a ti.

A ti:

la depresión.



Autora: Bello Cuervo



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