Pequeño Cuervo



Quemaron a brujas y cuervos,

las mismas manos que un día

me ofrecieron lirios blancos,

con serpientes dormidas entre los tallos.


Sintieron vergüenza

de mi vuelo color noche,

de mi canto de tinta y sombra.

Y mis versos —

alas de palabras —

nunca fueron suficientes.


Pero tú...

¿tú me olvidarás?


¿O te sentirás orgulloso

de caminar conmigo

por este mundo de bruma y poesía?


¿Me mirarás volar,

convertida en gran poetisa,

y sabrás que, para esta mujer cuervo,

eres su adorado crepúsculo eterno?

¿Su pequeño cuervo?


Yo nunca olvidaré al joven

que me protegió,

oculto entre sombras

de las escaleras,

su rafaga  que 

alzaba mi vuelo;

que me salvó de lo que perdí

en las tormentas de julio

y de mi propia tristeza.


Esculpiré el jade de tus ojos en mis versos

y te llevaré conmigo, 

envuelto en un pañuelo dorado

con perfume a nostalgia de futuro...


A veces pienso que nos conocimos

mucho antes de esta vida.

En un tiempo sin tiempo,

en un tiempo sin nombrar,

me reconociste por mis versos de muerte,

y yo supe quién eras

al escuchar tu guitarra con voz de sueños.


¿Desde entonces,

un hilo invisible nos ha unido? —

Del pasado al presente,

de sombra en sombra,

de poema en poema.


En la distancia...

¿aún sabrás mi nombre?

¿Me buscarías?

¿Me recordarías?


Promete que en esta vida,

con ojos de cuervo,

aún te veré y abrazaré.


Promete que en la próxima vida,

aunque ya no llevemos estos nombres

pero al leer estos poemas y escuchar esas canciones,

aún te veré y abrazaré.


Promete que, aunque el hilo sea invisible,

guiará tu alma hacia la mía.

Que nos unirá siempre.


Pequeño cuervo,

nunca te olvidaré.


Autora: Krizia Fabiola Tovar Hernández


Bello Cuervo

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