Crepúsculo eterno


Antes de soltar el peso

de su vida sobre sí misma,

en infinitas oscuridades,

como serpientes que se muerden la cola,

ahí, en su último minuto,

jamás brilla la luna

sin que ella sueñe

con un pequeño cuervo.


Sepultada en la llaga infecta,

sin poder distinguir veneno

o un crepúsculo eterno

en los ojos del pequeño cuervo,

a un lado de los riachuelos escarlata,

trazados en arena,

que buscaban desesperados

curarse con la sal del mar.


Mas nacía la escarlata

de la grieta de mis muñecas.

Fue mi primer sueño.


Sus ojos eran el espejo del cielo,

o el cielo.


Tal vez la semilla perdida

del mar de octubre sí me alcanzó,

hijo de mi poesía

o de la pólvora de mi pecho,

de esa vida que lleva mi nombre

pero no mis recuerdos.

Tal vez el pequeño cuervo nace de ahí,

y no de mi raíz.


El pequeño cuervo estaba aquí;

lo recordé de algún viejo sueño.


Escribía canciones, él.

Y yo escribía poemas.


Mientras sus lágrimas cuelgan

de cuerdas de guitarras,

las mías borran cualquier sentimiento

difuso e ilegible del papel.


Armonías gemelas.

Diferentes miradas.

Ojos de cuervos.


Florecimos cual humanos

al correr primavera,

con algunas plumas negras entre los dedos.


Tal vez fuimos un sueño de Lorca,

poeta de corazón angustiado,

que pisa nubes hasta hoy,

buscando acordes

en su guitarra gitana.


Tal vez mi pequeño cuervo

es demasiado joven

para ser maestro.


Juega como un niño conmigo

y me engaña, olvidando su guitarra.

Y pronto me sonríe,

sacándola de un escondite secreto.


Y en sus ojos brilla

el crepúsculo eterno.


Aprendí a mirarme

en los destellos de ese crepúsculo,

dorado tenue y jade dormido,

en los ojos de mi pequeño cuervo.


Rearma y afina, sin saberlo,

el eco roto de mi guitarra...

Sana, sin saberlo, mi herida de guerra.


Y parece que compartimos nuestros secretos

mientras se miran nuestras guitarras,

de ébano antiguo,

color sombra y ausencia,

que se reconocen de una vida pasada,

de una antigua canción.


El mundo sabrá que estoy a salvo.

Mi último sueño.


Para: C

Autora: Bello Cuervo


Semblanza: Krizia Fabiola Tovar Hernández nació en el Estado de México, en 1996. Algunos de sus escritos aparecieron en las revistas Reflexiones Alternas , Poetómanos, Prosa Nostra mx, revista enpoli, Teresa MAGAZINE, revista literaria pluma, pretextos literarios, revista hispanoamericana de literatura, revista literaria monolito, Más literatura, clan Kutral, vertedero cultural, circulo literario de mujeres, perro negro de la calle, el morador del umbral, La página escrita, La liebre de fuego, y El templo de las mil puertas, entre otras. Estudió la licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística.





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