15 de mayo (Reflexiones de una docente primeriza)

 Demian de Hermann Hesse es uno de mis libros favoritos, si tuviera que contestar ante la insistente pregunta a un lector, a esa pregunta en específico, esa sería mi respuesta rápida. Con su polvo de influencia sobre el psicoanálisis de Jung y el eterno retorno de Nietzsche nos lleva a un tema particularmente interesante: la búsqueda de uno mismo y el amor propio.

Este libro expresa en un inicio que nunca llegaremos a ser completamente humanos, tan sólo somos la mitad. Y la otra mitad la conforma un animal. En mi caso es el cuervo. Soy mitad mujer y mitad cuervo; para algunos muy cercanos, más cuervo que persona, un cuervo traicionero; quien cumplió la función de traerme a este mundo de luz y oscuridad, de acuerdo a la expresión del protagonista del libro Emil Sinclair, seguro utilizaría la expresión de "cría cuervos y te sacarán los ojos" para advertirle a mis amigos que no soy una persona buena. Puedo afirmar que ni siquiera odiándote a ti mismo podrías ganar el amor de padres o madres que nunca quisieron serlo, no pierdas el tiempo; yo ya lo intenté.

Sin embargo, hay tantos senderos para llegar a ese destino sin final que es la búsqueda de uno mismo, la literatura con este libro nos lo muestra a algunos. Nunca hay un futuro bien planeado por nosotros, pero sí que funcionan los que tiene la vida misma. En guion de mi vida sería la docencia.

Creo que siempre estuvo presente, en ese juego que tenía con mis peluches en el pasillo frente a dos pizarrones, pero, en la licenciatura no la consideraba creía que podía estar en otros campos laborales ofrecidos en la propaganda de mi universidad, todavía estar en editoriales es la cúspide de mis sueños profesionales. 

No sé en qué momento el juego de los peluches frente a un pizarrón volvió a recobrar sentido, si en la nube de pensamiento que decía que me convenía tomar la maestría de educación y docencia para que me tomarán en cuenta ante la falta de audiencia con mi "simple" licenciatura, o cuando pensé realmente en su sentido: quería ser maestra para ayudar y aportar con la prevención del suicidio que no extrañamente, para quienes me conocen, tenía una razón. Mi mejor amigo había tomado esa decisión hace seis años. 

No es el tema aquí, aunque soy consciente que no soy un super héroe y no es mi finalidad, por que soy realista, tal vez no pueda salvar a otros , o a todos, pero si puedo ser un lugar seguro para alguien en alguna tormenta con eso habré cumplido.

A penas estoy aprendiendo a ser maestro, pero ahora sé que realmente me enamora la docencia, la encuentra fascinante en la teoría y ahora en la práctica, aunque es difícil y estoy aún lejos de ser buena maestra, no pretendo ser la "señorita Miel" pero me encanta soñar con el maestro John Keating de La sociedad de los poetas muertos. 

No obstante, me he sorprendido que la docencia fuera un sendero hacia esa búsqueda de mí misma y de amor propio. Mis amigos realmente estarían sorprendidos de mirar a la persona que no tartamudea, que  controla cada día más sus nervios, que sobre todo pone limites cuando tengo que hacerlo sin que me titubeé la voz, que debe actuar cómo líder, que es paciente, amorosa pero que sabe guardarse ciertas cosas como confidente de sí misma, es de esa persona, de la que yo me estoy enamorando, ¡me estoy enamorando de mí misma!

Me gusta decir que Demian, es la mejor versión de nosotros mismos, no afirmo que sea perfecta no, pero sí la más auténtica, esa que justamente actuaría mejor que nosotros mismos. Me siento consciente de la metamorfosis de mi persona que va cambiando gracias a esa parte mía que es docente, esa parte Demian que desearía que estuviera en otros enfoques, situaciones y relaciones. Pero ser consciente de ese proceso de cambio me vuelve sensible al dolor que experimenta mi interior, como si en una operación no me hubieran puesto la anestesia, pero es un dolor bueno, un dolor que me hace llorar felicidad. 

La primera vez que sentí el cambio fueron en mi taller impartido dos veces sobre ensayo literario, la seguridad que me invadió al hablar de una de mis pasiones y cómo mis primeros alumnos por fin habían encontrado la luz para entender ese género maravilloso. 

Es verdad el rumor de que los alumnos son los maestros de los maestros; por primera vez soy consciente del respeto que merezco, el respeto a mí misma que me dan alumnos y directivos al hablarme de usted, así empieza pero se vuelve a algo más grande que no sólo tiene que ver con ese simple gesto. Incluso los regaños y limites que pongo a los alumnos desafían, y hasta curan mis heridas de la infancia.  En algún punto el grupo que me cuesta más trabajo me aplaudieron al saber la razón de ser maestra, la de mi mejor amigo. Esos aplausos me sorprendieron. La materia por la que decidí estudiar este plan de estudios de la maestría de educación y docencia se llama Filosofía de la educación, la que sostiene firmemente que un maestro no sólo debería abarcar la materia que da, con sus objetivos meramente de evaluación sumativa, el trivium o quadrivium, también debería abarcar la parte humanista y de valores que ya desde la antigüedad fueron aportes del filosofo Protágoras. Y esa parte de mí que no sabe lidiar o no sabe creerse que le pasan cosas buenas no sabe lidiar con tanto amor, amor a mis alumnos que me enseñan el amor a mí misma. Me gustó que conocieran esa parte tan humana de mí.

¡Me habían aplaudido! ¿Yo era importante?

Me sentía un poco menos cuervo al paso de las clases... 

Solo he entendido que he llorado en las noches por que después de mucho tiempo me siento valorada, importante y a veces suficiente, es como si con esas lágrimas limpiara algo que aún estoy descubriendo. Solo entiendo que me encantaría que mis amigos conocieran a esa persona. La persona que podría darles mejores tratos, términos y limites para que la amistad funcione, para que vean a una persona más segura de sí misma y fuerte. Tal vez la docencia y el amor propio no tendrían que relacionarse, o son conceptos totalmente opuestos, pero esas lágrimas sanadoras me hacen mirar otro horizonte por las noches. 

Mañana es mi primer 15 de mayo como maestra, y no espero regalos materiales por que mis alumnos ya me dieron los obsequios, el respeto, valor, limites y lágrimas que jamás yo habré de olvidar.


autora: Krizia Tovar Hernández 

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