La rosa azul

 

(Prosa poética 1)


Conocí a un viajero de traje azul cuando se desmoronó mi prisión, millones de anclas salieron a la superficie y uno de mis cuervos voló sobre las perlas del oleaje libre y salvaje.

El hombre resguardaba una rosa azul encima del piano de su navío principal; descubrí que lo llamaban "príncipe del mar", pues domaba el infierno del gigante azul y había recorrido paraísos celestiales, aunque vivía entre ambos, justo a la mitad de un azul desconocido.

Hablaba lenguas muertas y prohibidas.

Huí de la melodía de estrellas canturreando su nombre, y yo le quería a mi nuevo amigo. Apunté mi arco y flecha hacia su corazón, le reprochaba que no creyera que confiaba en él.

Él me dibujaba una sonrisa y de su rosa se desprendían destellos azulinos, buscaba la mirada de un sueño de la noche mientras yo me mentía.

Alguna vez jugamos a besos de luna creciente y acercó su rodilla a la mía mientras tocaba el piano, mas creí que nunca volvería a pasar aquello.

Me costaba volver a bajar el arco, le dije que no le quería, ahora le mentía a él. Nos enredé en malas interpretaciones y él se desvaneció un poco, creyó que lo quería para complacer los pecados de Eros, mas mi amigo realmente me importaba para viajar con él por mares y no a través de un pobre río…

Me importaba el príncipe del mar, al perder la luz nocturna de su rosa azul.

Temí no volver a ver a mi amigo, nadie en verdad le conocía, poseía otro nombre, otro mar, otra vida. Y yo que quería pasar  la mía sin conocerlo para conocerlo.

Leí manuscritos acerca de sus aventuras,  me mostró la constelación que relataba su leyenda, algunos secretos del mapa de su alma y la alquimia a mitad de sus tormentas,  yo no sabía como crear esa magia.

 Alguna tarde llena de polvo me dijo que él sí me conocía lo suficiente para descubrirme, buscándolo escondida, en una puesta de sol. Resultó más joven y sabio que yo.

A pesar del aire salado o la lluvia, sabía que mi amistad también la guardaba en alguno de sus cofres, quizá, o en el tallo de la rosa azul, mas pensó que yo lo olvidaba, y yo arrancaba de mi jardín de memorias, otros rostros, lagrimas, poemas, pintores, pianistas, luciérnagas.

¡CUÁNTOS MARES ATRÁS PARA CONOCERLO!

Mis cuervos volaron sobre furias del infierno azul para confesar al príncipe que lo quería, para entregarle otra rosa mitad color noche, mitad color día, y lo que más deseaba era escribirle poemas con tinta de recuerdos, escribir nuestra amistad en poemas.

La rosa azul no era cualquier rosa.

El cuervo quería a la rosa azul.

 

Semblanza: Krizia Fabiola Tovar Hernández nació en el Estado de México, en 1996. Algunos de sus escritos aparecieron en las revistas Reflexiones Alternas , Poetómanos, Prosa Nostra mx, revista enpoli, Teresa MAGAZINE, revista literaria pluma, pretextos literarios, revista hispanoamericana de literatura, revista literaria monolito, Más literatura, clan Kutral, vertedero cultural, circulo literario de mujeres, perro negro de la calle, el morador del umbral, La página escrita, La liebre de fuego, y El templo de las mil puertas, entre otras. Estudió la licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El cuervo que jamás te olvida

Sólo tenemos 27