La muerte del lirio

 

Tus huellas sobre nieve en la playa

me las ultrajo el mar traicionero,

mi huracán de junio

y no te encontré más…

 

Espuma de julio

te trajo de vuelta,

mas solo para dispararme

tu primera flecha.

 

Despojaste tu armadura

y vi millones de narcisos

en tu piel desnuda,

aquella tarde no me hablaste

tu lengua preciosa.

 

Poeta enajenada

¿lirio o narciso?

¿guerra o paz?

¿guerra?

 

Clamaste:

“¡Enemigos no somos!”

Si no lo somos,

¿por qué tiras los años de secundaria?

¿por qué me cerraste las puertas?

qui sommes-nous?

 

El cuervo irracional destella

tus demonios,

a su falta de cordura

siempre le hablaste con lirios,

no reclames si hoy no soy mujer,

estoy llorando las lágrimas que le tocan

a aquella niña que comparte y ríe hoy

nuestras lluvias de medianoche.

 

¡Oh, como desearía arrancarle pupilas

con mi boca de obsidiana,

verla llorar sangre,

solo por destruirte a ti!

 

Teme a mi corazón torturado

que destruyó a Narciso

y salvó a Eco.

 

Mas contigo soy Ponina

asesinándolo

con veneno de pólvora

en las trincheras para salvarte de Dios.

 

Dispara cualquiera de tus culpas hacia mí,

soy quien se crucificó por tus pecados

por historias tristes de reinas ladronas,

e incluso por el fantasma de tu padre.

 

Entonces escribiste una tregua,

reviviendo a nuestro lirio,

por un mes pétalos invisibles serás,

arrasando con fuego mis manos,

luego volverá su color blanco

no has de abandonarme,

tu promesa es,

según tú, según tú,

y me firmas algunos tratados de paz.

 

Ofendido de mi desconfianza,

me pides que te crea

¿me abandonarás?

 

Tú, el mismo artista

que diseñó mi palacio de fe,

tú, el mismo artista

que lo derrumbó.

 

Al lirio desahuciado,

permítele respirar

este viento cansado

después del huracán,

última esperanza de su anhelo.

 

Tira nuestro lirio a los nidos de serpientes

que me ahorcarán con recuerdos e incongruencias,

tira nuestro lirio hacia las rocas del acantilado

abandóname crucificada aquí por tus crímenes,

¿volverás amor mío?

¿o será esta la última muerte del lirio?

 

 

SemblanzaKrizia Fabiola Tovar Hernández nació en el Estado de México, en 1996. Algunos de sus escritos aparecieron en las revistas Reflexiones Alternas , Poetómanos, Prosa Nostra mx, revista enpoli, Teresa MAGAZINE, revista literaria pluma, pretextos literarios,  revista hispanoamericana de literatura, revista literaria monolito, Más literatura, clan Kutral, vertedero cultural, circulo literario de mujeres, perro negro de la calle, el morador del umbral,  La página escrita, La liebre de fuego, y El templo de las mil puertas, entre otras.  Estudió la licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística.

 

 

 

 

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