La inmensidad de la vida: Novecento, La leyenda del pianista en el océano.

 

Sólo la inmensidad de la vida podría compararse con la del mar, aunque siempre existe un limitante, en ocasiones, precisamente somos nosotros mismos quienes dejamos ahogar las oportunidades o nuestros talentos.

Esta es la historia de Novecento, sus amigos músicos y de otros tantos, la tuya o la mía, cuando el miedo nos paraliza en el centro del océano.

El monólogo teatral escrito en 1994 por Alessandro Baricco cuenta la historia de Danny Boodman T.D.  Lemon Novecento, pianista nacido entre las olas y que igualmente pereció en ellas; abandonado por una madre anónima y adoptado por un marinero del mismo nombre.

A lo largo de sus veintisiete años nunca ha bajado del barco, nunca ha pisado tierra a causa del temor. Este hecho es un recordatorio obligado para leer a cualquier edad o circunstancia esta historia, la pregunta constante es: ¿cómo quieres vivir tu vida, guiada por temores o por determinación?

Su vida es contada por su mejor amigo, un trompetista que busca trabajo en la banda musical del barco Virginian, lo cual asimismo provoca una sensación de melancolía al paso de los acontecimientos, pues las experiencias inexistentes que el pianista describe se construyen a partir de lo que él escucha de los demás. Así pues, no resulta extraño que él no sea quien cuenta su propia historia, aunque sí su final, ya que es lo único de lo que tiene seguridad.

El lado trágico de la vida de Novecento recae en el desperdicio de oportunidades que llegan a él para mirar otros horizontes del mundo que él prefiere limitarse a soñar con viajes por esos lugares mientras toca el piano, en lugar de cumplir realmente sus inquietudes.

Creo que a nadie le resulta extraña dicha circunstancia, donde la comodidad es aliada del temor; tal vez, por prejuicios inculcados en la infancia acerca de la vida, el sufrimiento o la gente.  Tememos cuando debemos concluir con una relación tóxica porqué pensamos que estaremos condenados a la soledad, no exploramos otros horizontes debido al miedo a encontrar a una persona peor, condenamos otras historias de amor gracias a que vivimos atados con el pasado; sin  ignorar claro, el caso contrario, cuando soltamos a la persona que más hemos amado, de pronto despierta en nuestro interior la idea consciente de esa inmensidad de la vida así como la del mundo. La atención se proyecta absolutamente al catastrófico hundimiento de nuestro barco que trae consigo el eterno dolor del recuerdo a pesar de no tener la certeza de que ello suceda.

De esta manera, nos quedamos con simples sueños de los hijos inexistentes, del dulce regazo del amante como pañuelo de nuestras lágrimas y los besos jamás robados.

Hacia otro ámbito de la vida, ignoramos oportunidades de crecimiento laboral porque la facilidad de las cosas siempre es mejor, un puesto alto nos asusta, creemos que el fracaso nos espera del otro lado, aún sin haberlo intentando siquiera. En la naturaleza humana está el miedo a lo desconocido, por ello optamos por la comodidad, aunque el resultado siempre sea fatal.

Para Novecento la opción más fácil es quedarse como un mito en lugar de ser parte de la realidad del mundo. Nos invita a entender cuántas experiencias soltamos por culpa del miedo.

A veces gracias a las fantasías y recuerdos, nos ayudan a tomar valor en algunos momentos críticos de nuestra vida, tales son las ideas del mejor amigo de Novecento, sin embargo, no podemos vivir siempre de ellas. El pianista no sale de la seguridad que le proporciona el barco, limitándose a imaginar lo que otros han vivido, con prestar oídos accidentalmente a una conversación ajena y a pesar de ver a todo el mundo entre las rutas del Virginian, su talento queda reservado para el océano.

Obstinado ante los reclamos de sus amigos que le animan a explorar la inmensidad de la vida con sus propios ojos, tomar lo que ella ofrece como viajar de verdad, el amor de una mujer o la posibilidad de formar una familia, él prefiere la seguridad del mar, asustado por la infinidad abajo del barco.

Las dos caras de la comodidad nos recuerdan la importancia de saber dirigir esto hacia la idea de paz, aunque a menudo es confundida con el otro extremo que nos habla sobre la mediocridad, conformidad y temor, considerar una prisión como un hogar. De esta manera debemos considerar ciertas preguntas, ¿es esta la dirección que quiero para mi vida? ¿Es acaso el miedo el tipo de comodidad que quiero, cuando soy consciente de que me llevará hacia la frustración?

Con esta lectura, siempre recuerdo que el miedo debe ser utilizado como un aliado, un buen consejero, debe ser una parte del todo y no el todo mismo, caminar junto a él, pero sin permanecer tomada de su mano para que tenga el poder de paralizarme en medio del océano, cerrarme a ese mundo de experiencias.

Me hace consciente de las consecuencias que conlleva el hecho de encariñarse con las piedras con las que tropezamos por miedo a volver a fallar con nuestros seres queridos, pensar en los millones de obstáculos para alcanzar nuestras aspiraciones, refugiarse en el viejo lugar donde viviste el peor dolor de tu vida sólo te lleva a un efecto dominó donde asumes que todo se repite y bloqueas tus salidas.

Lo peor que nos podría pasar en la vida es la nada. Por tener una piel limpia de cicatrices guardemos todo el amor que podemos ofrecer o recibir y se convierta en nada; que nuestros talentos pueden explotar con dinamita, gracias al miedo a nuestra propia grandeza y entonces, se convierta en vacío.

Por estos miedos que he sentido, tú y otras tantas personas soy creyente de que este monólogo merece una relectura, ser un compañero en tu historia para recordar la enorme cantidad de experiencias cuando no nos atrevemos a bajar del barco de comodidad y caminar hacia la inmensidad de la vida.

 

 

 

SemblanzaKrizia Fabiola Tovar Hernández nació en el Estado de México, en 1996. Algunos de sus escritos aparecieron en las revistas Reflexiones Alternas , Poetómanos, Prosa Nostra mx, revista enpoli, Teresa MAGAZINE, revista literaria pluma, pretextos literarios,  revista hispanoamericana de literatura, revista literaria monolito, Más literatura, clan Kutral, vertedero cultural, circulo literario de mujeres, perro negro de la calle, el morador del umbral,  La página escrita, La liebre de fuego, y El templo de las mil puertas, entre otras.  Estudió la licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística.

 

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