Página 27 LIRIOS DE PAZ


Veintiséis días le he llorado a un reloj de arena sin magia, incapaz de regresarme al martes 30 de enero. Le lloro a la canción que ahora sé que pones durante tu ducha, le lloro a vagones del metro donde abandoné algunos centavos de miedo para ir a verte. Le he estado llorando a ti en un traje negro, y a mí en tu sillón esperándote porque mis viejas historias me llevaron hacia ti, página 27.

Le sigo implorando al reloj de arena que se congele en una cascada de granitos para encontrar la piedra de algún terrible error, palabras tergiversadas, heridas abiertas.

Por que quise confiarte infiernos de mi libro, algunos horrores de la página 19 hasta la 24. Llevarte por las cicatrices de mis muñecas, recovecos y guaridas de cuervos heridos, tuertos y sin alas, pero con ganas de volver a volar.

Volver a volar desde que conocieron tus lirios de paz, compasión y nueva primavera, tras la lluvia de medianoche en un desesperanzado abril cuando me dijiste que no tenía que estar sola.

¿Cómo te atreves a decirme ahora que me manipulas para ahogarme en ese fuego lavanda tan nuestro? ¿Acaso te asustaron mis cuervos heridos? Imaginar tus razones, me encamina hacia pesadillas de larvas retorciéndose en cenizas de estrellas muertas de recuerdos, recuerdos… ¡Que terrible constelación!

Y me obligas a ser el río de antes, el mar de antes, sin tus ojos compasivos, sin tus palabras como mariposas, sin tu piel de nieve, sin tu lluvia de medianoche que limpió mis cajitas musicales, mi piano que renació tocando mejor para ti; descubrí cómo vasijas y tazas rotas se reparaban. Quería hacerte saber que con tu sol vencí el veneno de flores de narciso.

No tengo diecinueve años, mi piel no es virgen y tampoco mi cabello.

Así que debo hacerte una confesión, yo aproveché todas las distracciones y atajos, desde que el destino tiro sus estrellas como dados para meternos en moléculas de un mismo espacio y tiempo…

Yo te vencí en ajedrez, di jaque mate al rey perdido cuando su reina ladrona de maravillas lo traicionó, ahí te di el primer beso con el que mis labios ahora despiertan en su recuerdo, tú planeaste las tiradas que yo deseaba y yo escribí la página 26. Nada fue un accidente así que sécame estas lágrimas sin sentido y llenas de vacíos, porque no soy una niña que no afronta las consecuencias desde la tirada del primer peón, pero tú me arrebatas esas velas blancas y  su aroma, tus lirios blancos y miras a un soldado caído cuando al fin encuentra paz y ha regresado de peores guerras.

Creo que nunca te interesará entender, cuando tú reapareciste en mi página 25 dejé de vestir luto por un poeta. Si escapé de las fauces de un perro negro es por ti, por qué tus lirios blancos me acariciaron los desahuciados latidos.

Mis ojos y oídos no soportan la pesadilla de verte y escucharte en la constelación de recuerdos, en granitos de arena donde son opacados por niebla y enredaderas, tan finos que se pulverizan con tu mirada.

Le estoy llorando a ese reloj de arena, para que me regrese a la última cama donde ardió nuestro fuego lavanda, y lacerabas con tus espinas mi flor esqueleto, mojabas sus pétalos blancos y la transformabas de color lágrima, sedienta y complacida hasta el centro de sus huesitos. Logré lo que quería, beberte…

A ese martes 30 de enero intento que nadie lo destruya, ni siquiera el cielo enfermo de tristeza, ni siquiera tú y la distancia.

 

SemblanzaKrizia Fabiola Tovar Hernández nació en el Estado de México, en 1996. Algunos de sus escritos aparecieron en las revistas Reflexiones Alternas , Poetómanos, Prosa Nostra mx, revista enpoli, Teresa MAGAZINE, revista literaria pluma, pretextos literarios,  revista hispanoamericana de literatura, revista literaria monolito, Más literatura, clan Kutral, vertedero cultural, circulo literario de mujeres, perro negro de la calle, el morador del umbral,  La página escrita, La liebre de fuego, y El templo de las mil puertas, entre otras.  Estudió la licenciatura en Ciencias Humanas en el Centro Universitario de Integración Humanística.

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